

Ella es Andrea, propietaria de un puesto de jugos de naranja en el parque Simón Bolívar, un emprendimiento que nació con la llegada de la pandemia y la poca oferta laboral de la ciudad.
Madrugar cada día con su carro móvil, medio bulto de naranjas y un exprimidor manual es la clave para conseguir el pan de cada día.
Madre de familia y luchadora por convicción trabaja incansablemente para sacar a sus dos hijos adelante y con mucho orgullo ventila a toda voz su estrategia de venta: “jugo de naranja a dos mil y aquí se les da ñapa”.
No la inquieta el que dirán y por el contrario ve en este trabajo una oportunidad de alcanzar sus sueños.
Invita a toda la comunidad para que se acerquen a probar sus jugos y agradece a todas las personas que hacen parte de su clientela.
Esta es la manera como Andrea le saca literalmente jugo a su vida.