
“La prensa es la artillería de la libertad.”
– Hans Christian Andersen –
En Ibagué ocurrió algo que sacudió el tablero político local: la alcaldesa Johanna Aranda rompió públicamente con su exjefe político, el exalcalde Andrés Fabián Hurtado. Hasta hace poco, era vista como su heredera, su aliada incondicional. Hoy, ese vínculo se ha quebrado, y el distanciamiento ha dado paso a declaraciones cruzadas, indirectas y pullas disfrazadas de mensajes institucionales.
Sí, es una noticia. Es una grieta dentro del poder que vale la pena contar. Pero lo que empezó como un episodio político relevante, rápidamente se convirtió en un espectáculo diario de “él dijo, ella respondió”. Como si la ciudad no tuviera nada más urgente por resolver.
Y aquí es donde viene el problema mayor: ¿qué estamos haciendo los medios de comunicación?
¿Nos estamos dedicando a informar? ¿A interpretar la realidad con criterios técnicos, sociales y políticos? ¿O estamos cayendo, sin disimulo, en el juego de la manipulación, en el rol de domiciliarios del poder político?
Hoy Ibagué necesita mucho más que titulares banales. Necesita análisis profundo y orientador. Porque la ciudad está mal, y no de ahora.
Tenemos un parque automotor vetusto, con buses que ya deberían estar en desuso. Las vías están rotas, sin inversión real. El sistema estratégico de transporte es una promesa inconclusa: apenas un 10% de avance en más de cinco años, sin hoja de ruta clara. El agua, un derecho básico, sigue siendo un privilegio irregular en muchos sectores. El alcantarillado, viejo y colapsado, es responsable del deterioro de las calles.
Y lo poco que se logró –como los escenarios deportivos–, se logró con sobrecostos, escándalos, y hoy no tienen un plan serio de mantenimiento. En breve, también serán ruinas modernas.
¿Y los medios qué?
Mientras todo esto ocurre, los medios locales siguen centrados en reproducir frases sueltas, fotos insinuantes, trinos con doble sentido. Publicaciones que buscan likes más que reflexión. Notas construidas en conversaciones de chat entre periodistas y políticos. Eso no es periodismo. Eso es propaganda.
Es tiempo de asumir una responsabilidad ética: la ciudad necesita que le contemos la verdad, no que le alimentemos el morbo.
Si la alcaldesa ha decidido desligarse del viejo clientelismo que la acompañaba, que lo demuestre con hechos. Que nombre su equipo, que deje de responder a cuotas impuestas, y que cumpla de forma genuina su plan de gobierno. No basta con romper con su padrino político. Tiene que romper con las prácticas que nos trajeron hasta este caos administrativo.
Pero más allá de eso: los medios debemos actuar.
Debemos dejar de ser caja de resonancia de intereses particulares.
Debemos recuperar el rol de vigilancia, de orientación, de pedagogía.
“Periodismo es publicar lo que alguien no quiere que publiques. Todo lo demás es relaciones públicas.” *
— George Orwell –
Ya no se trata de Aranda contra Hurtado. Se trata de Ibagué contra el atraso, contra el engaño, contra la corrupción enquistada, contra la costumbre de desviar el foco con cortinas de humo.
La ciudad necesita obras, pero también necesita ideas, argumentos, debates. Y eso solo es posible si quienes informamos lo hacemos con honestidad, con independencia y con sentido de lo público.
No más titulares prefabricados. No más periodismo de encargo. No más servilismo.
La ciudad merece verdades, no cuentos.