En medio de las celebraciones navideñas, la violencia y la falta de responsabilidad han cobrado vidas y dejado un saldo devastador. Entre el 24 y 25 de diciembre, 873 personas se vieron involucradas en peleas, dejando cuatro fallecidos. A esta alarmante cifra se suman dos víctimas fatales en accidentes de tránsito provocados por la imprudencia.
Estas tragedias no solo representan estadísticas; son familias enlutadas, niños que nunca debieron jugar con pólvora y peatones que no regresaron a sus hogares.
La reflexión es urgente: cada decisión que tomamos impacta nuestra vida y la de quienes nos rodean. El licor, la ira y la velocidad no deben ser parte de la celebración, pues son caminos directos hacia la tragedia.
El llamado es claro: cuidarnos, respetarnos y valorar lo que realmente importa. Que esta Navidad sea un momento de unión y no de duelo. Está en nuestras manos cambiar esta realidad.