Clara de Leyva no fue solo una periodista. Fue la voz que durante décadas le puso alma, acento y elegancia a las noticias del Tolima. Desde su natal Espinal, y a través del dial de La Voz del Tolima, tejió con palabras una conexión entrañable entre la radio y su gente. Su forma de contar lo cotidiano —con ternura, precisión y un toque de teatralidad— la convirtió en un ícono del periodismo radial del centro del país.
Clara falleció este sábado 31 de mayo en la Clínica Tolima de Ibagué, a los 85 años, tras varios días de quebrantos de salud. La noticia conmocionó a quienes compartieron con ella micrófonos, redacciones y coberturas. La Voz del Tolima, emisora en la que dejó huella profunda, lamentó su partida en voz de su gerente, el doctor Daniel Melendro. También lo hicieron sus compañeros de tantas jornadas, Gilberto Buitrago y Willyam Peña Gutiérrez, hoy al frente de la Alianza Informativa del Canal PYC Televisión y La Voz del Tolima, quienes recordaron con emoción a la mujer que les enseñó que una buena noticia no solo se escribe, se interpreta.
Una pionera desde El Espinal
Clarita nació y creció en El Espinal, tierra de tradiciones, fiestas y palabra viva. Allí aprendió a mirar el mundo con sensibilidad y a narrarlo con entusiasmo. Sus primeras incursiones en la radio se dieron entre micrófonos humildes y transmisores artesanales, donde el ingenio suplía las carencias técnicas. Su talento fue tan evidente, que pronto empezó a sonar en emisoras como Radio Girardot, Radio Avenida, Radio Ciudad de Flandes y Súper. Pero fue en La Voz del Tolima donde construyó su legado más sólido.
A lo largo de más de cuatro décadas, fue la encargada de llevar a miles de hogares las noticias de su municipio con una cadencia única. Su forma de relatar no solo informaba: envolvía. Cuando Clarita hablaba de El Espinal, no solo contaba hechos, evocaba aromas, colores, emociones. Su voz se convirtió en parte del paisaje sonoro de quienes crecieron con la radio como compañera fiel.
La reina de los reinados
Durante las décadas de los 70, 80 y 90, Clarita fue reconocida también por su impecable trabajo como narradora de reinados y eventos culturales. Desde los desfiles del San Pedro en El Espinal y el Alto Magdalena, hasta las coronaciones del Reinado Nacional del Turismo en Girardot, su estilo era inconfundible. Junto a su esposo, Rafael Alberto Leyva, formaron una dupla que dejó una huella imborrable en la historia de la radio cultural del país. Ella era la voz elegante, él el complemento oportuno; ambos, una institución.
Un legado que no se apaga
Clarita no solo era una maestra en el micrófono, también fue mentora de generaciones. Muchos de los periodistas que hoy ocupan cargos de dirección o liderazgo en medios tolimenses, aprendieron de ella el arte de la pausa, la importancia del dato, la belleza del lenguaje sencillo pero correcto. Su voz no se alzaba para gritar, sino para guiar. Por eso, aunque hoy se apaga físicamente, su legado seguirá resonando en quienes entienden que hacer periodismo en las regiones es también un acto de amor.
La Voz del Tolima pierde una de sus figuras más entrañables. El periodismo tolimense despide a una pionera. Y El Espinal, su tierra amada, se queda sin una cronista de lujo que le habló durante décadas al corazón del centro del país.
Además de su legado profesional, Clarita deja una familia profundamente unida por la fe, el afecto y el amor por la radio. Junto a su esposo, el también periodista Rafael Alberto Leyva, formó una dupla inseparable tanto en la vida como en el trabajo. Sus hijos —Carlos, Germán y Willian Leyva Estrada— crecieron escuchando su voz y admirando su entrega. En especial Willian, quien heredó esa pasión por las ondas hertzianas y se convirtió en el transmisorista de La Voz del Tolima, el hombre detrás de la señal que permitió que la voz de su madre llegara a miles de hogares. En él, la vocación de Clarita sigue viva, sostenida por la memoria sonora de quien fue, por décadas, la reina de la palabra en el corazón del Tolima.