
Hoy 13 de noviembre se cumplen cuatro décadas de la tragedia de Armero, el desastre natural más devastador en la historia reciente de Colombia, que cobró la vida de entre 22.000 y 28.000 personas y dejó miles de heridos y desplazados. En el marco de esta conmemoración, la defensora nacional del Pueblo, Iris Marín Ortiz, hizo un llamado a la reflexión y a la acción institucional para evitar que tragedias similares se repitan.
“Más que una preocupación, es un momento de reflexión nacional. Tuvimos una tragedia enorme con el desastre de Armero, que continúa viva en la memoria de las víctimas. Queremos que sea una oportunidad de reconocimiento y de aprendizaje como país” afirmó Marín Ortiz durante su intervención en la Alianza informativa de la Voz del Tolima y PYC Noticias.
La Defensoría del Pueblo realizó entrevistas y grupos focales con sobrevivientes relocalizados para evaluar su situación actual. Según Marín, los resultados revelan que aún no existe un censo claro de las personas afectadas, ni un registro definitivo de los predios y compensaciones pendientes. Además, persisten retos en materia de memoria histórica, atención psicosocial y restitución económica.
La defensora resaltó que aunque el país ha avanzado en la creación del Sistema Nacional de Gestión del Riesgo de Desastres y en la expedición de leyes —como la Ley 1632 de 2013 y una nueva norma aprobada en 2025—, la implementación sigue siendo insuficiente.
“Armero es el reflejo de lo que ocurre cuando un Estado no está preparado. Debemos fortalecer la política pública de prevención y atención desde un enfoque de derechos humanos”, subrayó.
Entre las recomendaciones de la Defensoría del Pueblo se destacan: culminar el censo nacional de víctimas y propietarios, promover la reunificación familiar de los niños y niñas separados durante la tragedia, finalizar las compensaciones pendientes, avanzar en el cerramiento y preservación de la zona de Armero como lugar de memoria y fortalecer los planes ambientales y de relocalización.
A las familias que aún esperan justicia y reparación, Marín Ortiz envió un mensaje de solidaridad:
“Sus testimonios son un símbolo de dignidad y resistencia, la Defensoría está de su lado y seguirá acompañando la búsqueda de respuestas, aunque lleguen tarde, para que se reconozcan plenamente los daños sufridos.”
A 40 años del desastre, Armero sigue siendo una herida abierta en la memoria del país y un recordatorio de la urgencia de construir un Estado más preparado, sensible y comprometido con la vida y los derechos humanos.