A lo largo de sus primeros 16 meses de mandato, la alcaldesa de Ibagué, Johana Aranda, no ha logrado consolidar un gabinete estable. Más de 15 cambios en su equipo de gobierno —incluyendo salidas, reubicaciones y nombramientos en encargo— han marcado una gestión fragmentada, con dificultades para avanzar en proyectos clave y con crecientes críticas desde sectores políticos y ciudadanos.
El más reciente remezón incluye la salida de figuras clave como Magda Herrera (Secretaría General), Jhonatan Suárez (Secretaría de Infraestructura) y Juan David Ortiz (Jefe de Prensa), tres fichas cercanas al círculo de confianza de la mandataria. Aunque desde la administración no se ha hecho oficial el anuncio, fuentes internas confirman que ya se está en la búsqueda de sus reemplazos.
Además, se esperan más movimientos. Están en evaluación los cargos de María Isabel Peña (Educación), Daniela Cabrera (Planeación), y Leandro Vera, quien pasaría de la Secretaría de Gobierno a Desarrollo Social Comunitario. También estarían por definirse cambios en entidades descentralizadas como el IBAL, Infibagué e IMDRI, cuyos gerentes enfrentan críticas por baja ejecución y pérdida de confianza ciudadana.
Principales movimientos en 16 meses de gobierno:
Salidas Estratégicas:
Dependencias fundamentales como Infraestructura, Educación, Planeación, Gobierno, Salud, Movilidad y Jurídica han tenido al menos un relevo, afectando la continuidad de proyectos y ejecución presupuestal.
Reubicaciones internas:
Funcionarios como Leandro Vera e Iván Quesada han sido trasladados entre secretarías, sin consolidar resultados visibles en sus nuevas funciones.
Encargos prolongados:
Varias dependencias siguen operando con encargados, lo que ha limitado la toma de decisiones estructurales.
Entidades bajo observación:
Las gerencias del IBAL, Infibagué e IMDRI enfrentan señalamientos por baja gestión, conflictos internos y falta de resultados.
Aunque desde el Palacio Municipal se insiste en que los ajustes buscan “oxigenar” la gestión, la constante rotación de funcionarios sugiere lo contrario: un gobierno que no ha logrado consolidar un equipo técnico y político capaz de responder a los retos urbanos y sociales de la ciudad.
La falta de continuidad en áreas sensibles comienza a reflejarse en obras estancadas, políticas públicas poco claras y un malestar ciudadano que crece con el paso de los meses, poniendo en entredicho la promesa de transformación con la que llegó esta administración.
