Por: Willyam Peña G
En el tranquilo y pintoresco paisaje tolimense, donde el fútbol se entrelaza con las montañas que rodean el valle, se encuentra la historia de un hombre cuyo nombre ha quedado grabado en el corazón de la afición deportiva local: Víctor Hugo Del Río, conocido cariñosamente como “el poeta de la 10”. Más allá de los goles y los logros deportivos, este ícono del Deportes Tolima revela una humanidad que trasciende la cancha.
“Quiero cumplirle la promesa a mi nieto”
Entre los relatos de gloria y nostalgia, emerge la voz de un abuelo comprometido. La razón detrás de esta subasta es muy personal y emotiva. “Voy a perder algo muy importante, que son las camisetas, pero voy a ganar algo importante, que es dejarlas donde tienen que estar, en el Tolima, y cumplirle a mi nieto el deseo que tiene desde hace 12 años, cuando tenía seis años, de jugar en Argentina. Ahora ya cumplió 18 y está deseoso de viajar, se está preparando para eso”, explicó.
Este deseo de reunir a la familia y hacer realidad los sueños de su descendencia revela la faceta más íntima y familiar del exjugador. Con la esperanza de cumplir esa promesa a su nieto y regresar a Argentina, del Río deja su destino en manos de Dios: “Él sabrá qué hace conmigo, ya me dio mucho, espero que me ayude esta vez más para poder regresar a mi tierra”.
“La gente me reconforta”
En cada encuentro con la afición, Del Río encuentra consuelo y gratitud. Sus palabras reflejan un profundo agradecimiento hacia aquellos que lo han acompañado a lo largo de su carrera y más allá. A pesar de los desafíos, del Río agradeció el cariño de la afición tolimense: “Llego a mi casa y, más de una vez, solté una lágrima por decir tanto me quiere la gente”. Sin embargo, también lamentó la falta de apoyo de aquellos a quienes ayudó a levantar el club Deportes Tolima: “¿Por qué no me llaman o me tuvieron en cuenta para dirigir el equipo?”.
“Más que un jugador, un buscador incansable”
Detrás de la figura del futbolista se esconde un eterno buscador de oportunidades y superación. Del Río revela su anhelo por dirigir al Deportes Tolima, una aspiración que, a pesar de los obstáculos, nunca abandonó. Su persistencia y dedicación lo convierten en un ejemplo de lucha y determinación.
“La subasta de las camisetas: un gesto de despedida”
En un acto simbólico, Del Río decide subastar sus preciadas camisetas del Deportes Tolima como un último intento por reunir los recursos necesarios para cumplir su sueño de regresar a Argentina. El profesor hizo un llamado a empresarios y gobiernos para que apoyen una subasta en su honor, describiéndolo como un cierre hermoso para su despedida. “Creo que ya es justo también”, dijo del Río, quien no ha visto a su hija ni a sus nietas en años y desea compartir tiempo con sus hermanos.
“Estoy esperando recaudar una plata, estoy viendo cómo hago. En la subasta tendría las camisetas más prestigiosas: la Kokoriko, la número 10, y la blanca que usábamos de Tapa Roja en Copa Libertadores”, explicó Del Río.
En resumen, la historia de Víctor Hugo Del Río va más allá de los récords y las hazañas deportivas. Es la historia de un hombre común con sueños extraordinarios, de un abuelo amoroso y un buscador incansable. Su legado trasciende las fronteras del deporte y nos recuerda la importancia de perseverar en la búsqueda de nuestros sueños más profundos.
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